martes, 13 de abril de 2010

Pero, ¿quién es el mono desnudo?

Buena pregunta. La respuesta: el ser humano.
Mucho antes de que Desmond Morris (famoso zoólogo y etólogo inglés) publicara su libro "El mono desnudo" en 1967, los científicos ya se preguntaban por qué nosotros tenemos tan poquito pelo y el resto de primates posee tanto.
El pelo es un tipo de protección corporal exclusiva de los mamíferos. Protege del frío, la humedad, la luz solar y los parásitos. A veces se utiliza para indicar agresión o agitación a un posible enemigo (fijáos en cómo se eriza el lomo de los gatos cuando ven a un perro acercarse). Sin embargo, otros mamíferos han desarrollado una piel total o parcialmente desnuda para evitar el sobrecalentamiento (caso de los elefantes, hipopótamos o rinocerontes), o para facilitar la inmersión y natación, como ocurre con las ballenas o los delfines (los nadadores masculinos de competición se depilan por lo mismo, no por estar más guapos).
Nuestra piel desnuda guarda relación con la necesidad de regular el calor corporal, tal y como sugiere nuestra gran capacidad de sudoración. El pelo en las axilas y genitales es caso aparte. Probablemente sirve para propagar las feromonas (sustancias químicas que se producen para provocar respuestas en otros individuos, a ser posible del sexo opuesto). Ese pelo también ayuda a mantener lubricadas estas zonas más o menos íntimas.
En cuanto al cabello, se conservó como una especie de protección frente al exceso de calor en la parte superior de la cabeza.
De este curioso tema capilar se habla largo y tendido en un artículo publicado por Nina G. Jablonsky. Podéis leerlo en su totalidad en la revista Investigación y Ciencia (abril, 2010). No tiene desperdicio.

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